La transculturación del estado
venezolano Mérida
Carlos Ruperto Fermín
Durante mis cientos de años de vida
en el planeta Tierra, no había sido testigo de un proceso de transculturación
tan agresivo, como el que yo estoy experimentando en el estado venezolano
Mérida, donde el desarraigo cultural del pueblo merideño, ha ocasionado un
resquicio en su fría identidad andina.
Si tuviéramos que definir a la
identidad andina venezolana con una palabra, no hay duda que fe es la mejor
palabra, que podemos utilizar para definirla.
Una fe que viaja por los milagros de Isnotú
en Trujillo, que recorre las leyendas de San Cristóbal en Táchira, y que llega rezando
el rosario hasta el municipio Libertador del estado Mérida, donde la fe
cristiana siempre ha sido la mayor devoción del pueblo merideño, que expresa su
fe dentro y fuera de su Catedral.
Durante el siglo XX, el estado
venezolano Mérida pudo resistir la fuerte ola turística extranjera, que aunque
siempre puso en peligro el valor cultural autóctono del mal llamado “gocho”, y
que aunque siempre introdujo el mestizaje cultural en las rentables temporadas
de vacaciones, la fuerte ola turística nunca jamás pudo destruir a la fe
cristiana de los habitantes merideños.
Mientras soportaban a los maracuchos
gaiteros montados en el teleférico, y mientras soportaban las tonterías
caraqueñas de los sifrinos en
Aunque en términos ecológicos, el
estado Mérida tocó el fondo del precipicio a finales del siglo XX, tras usar
sus manos gochas para extinguir por siempre la vida de su legendario Cóndor
Andino, que fue el principal símbolo ambiental de la biodiversidad merideña,
pues en términos religiosos, el estado Mérida siguió siendo fiel a Dios durante
el siglo XX, con velitas, con oraciones y con rosarios.
Pero tras la llegada del siglo XXI,
el estado venezolano Mérida no pudo evitar que la mediocridad de un Mundo
ahogado en el capitalismo y en el consumismo, terminara destruyendo la
tradicional cultura cristiana del pueblo merideño, que poco a poco fue
prostituyendo al Niño Jesús para conseguir más dólares americanos, que poco a
poco fue desnudando a
Yo observé al cobarde y
estadounidense muñeco de Mickey Mouse, bailando en la plaza Bolívar del
venezolano estado Mérida durante
Sí mis queridos hermanos lectores,
debemos reconocer que culturalmente, el estado venezolano Mérida perdió la
brújula y tocó el fondo de la botella en el siglo XXI, se cayó por el peor
barranco de Jají, se hundió en la vida como el titánico Titanic, se pudrió como
una fresa con crema de leche podrida, se perdió como un abismo perdido en la
nada, se rompió como el pico de un espejo roto.
El estado venezolano Mérida vive un
violento proceso de transculturación durante el siglo XXI, entendiendo que la
transculturación es la recepción por un pueblo o grupo social, de formas de
culturas procedentes de otros pueblos o grupos sociales, que sustituyen parcial
o completamente a las propias.
El estado venezolano Mérida vendió el
bizcochuelo de Cristo para comprar la hamburguesa del Tío Sam, vendió a su oso
frontino para comprar al Kung Fu Panda, vendió a su Santo Niño de
Casas coloniales convertidas en
centros comerciales, y reliquias cristianas andinas convertidas en ropa fashion
para damas, caballeros y niños gochos.
En las calles merideñas solo se
escucha el sonido del vallenato, el sonido del reguetón, el sonido de las
rancheras mexicanas y el ruidoso sonido de plagas de motos llenas de
industrialismo, que van dejando montañotas de basura desde Mukumbarí, pasando
por Bailadores y llegando hasta el parque Beethoven.
En las calles merideñas se vende el
pan canilla solo en dólares americanos, porque los bolívares soberanos de la
pensión de la abuelita, ya no sirven ni para sacarse las mugres de los pies
merideños, que huelen a la vil transculturación.
Y no hay nada más triste en la vida
andina venezolana, que ver a un viejito gocho merideño, quien sin dinero en sus
bolsillos decide entrar en la panadería de la esquina, y decide preguntar en
voz alta: ¿En cuánto está el dólar?
El viejito gocho merideño no tiene ni
dólares para pagar el pan, ni tampoco tiene bolívares para comprar el pan, pero
el viejito gocho preguntará en cuánto está el dólar, porque la transculturación
merideña hizo que la gente buena perdiera la inocencia de antaño, y ahora los
viejitos gochos preguntan las mismas tonterías capitalistas, que ellos escuchan
todos los días en las calles merideñas, porque ahora los viejitos gochos
quieren morir al cambio del día.
Mérida solo piensa en transferencias
bancarias, Mérida solo piensa en el pago móvil, Mérida solo piensa en Zelle,
Mérida solo piensa en el suicidio cultural.
Cuando Mérida sale a las calles
merideñas, ella sale casi desnuda en sensuales pantaletas, para que los jóvenes
merideños la preñen con solo mirarla, ella dice muchas vulgaridades mientras
fuma cigarrillos en la estación Barinitas, ella grita palabras groseras no solo
el miércoles de cenizas, sino también cada día miércoles que huele como a
estiércol de Mérida.
Culturalmente, Mérida está
involucionando y perdiendo su identidad andina en Venezuela.
Nuestra gochita Mérida perdió la pizca
de inocencia andina, perdió el atol, perdió a las cinco águilas blancas, perdió
el hechizo de sus nevadas, perdió su olor a incienso, perdió su fe cristiana,
perdió su clásica frase “Dios se lo pague”.
Las frases no pueden liberarnos del
yugo de la transculturación, pero las frases siempre pueden esclavizarnos a
vivir presos en la mediocridad social.
En el estado venezolano Mérida abunda
la mediocridad gubernamental, abunda la mediocridad social del pueblo, abunda
la mediocridad cristiana del prójimo.
El cuento gocho no me lo echó un
chivito de los páramos, el cuento gocho no me lo echó una vaca lechera de
Como decimos los venezolanos, para
muestra un botón.
Yo creo que todos hemos visto en las
calles venezolanas y en los medios de comunicación de masas, la famosa y legendaria
campaña de marketing llamada “Yo amo NY”, la cual sustituye la palabra “amo”
por un rojizo corazón, que realmente nos permite vislumbrar la frase “Yo amo
Nueva York”, en clara referencia a la famosa ciudad norteamericana ubicada en
Estados Unidos.
En camisetas, blusas, gorras,
sombreros, tatuajes, chaquetas, chapitas, llaveros, manteles, cuadernos, carcasas
de teléfonos, mochilas, etiquetas, paredes, relojes y hasta en calzoncillos,
todos nosotros hemos visto la amorosa frase “Yo amo NY” en la vestimenta que
usa la gente, en comerciales de televisión, en periódicos, en películas, en
revistas, en anuncios de
La frase “Yo amo NY” es parte de la
cultura pop yanqui del mundo moderno, y por desgracia, es un símbolo
internacional usado para demostrar el nocivo proceso de transculturación que
sufre un país, una ciudad o una comunidad.
Hermanos y hermanas, yo quiero
compartir una experiencia personal que me ha permitido dilucidar cuán mortífera
es la transculturación, y que me ha permitido demostrar que la
transculturación, es capaz de arrebatar la fe cristiana de la gente de un
pueblo, permitiendo que se reniegue de la propia fe y se cometa apostasía.
En términos religiosos, apostasía
significa renegar y renunciar a la fe.
El pasado viernes 5 de marzo del año
2021, yo estuve paseando por el popular Mirador Domingo Peña, ubicado en el casco
central del municipio Libertador del estado Mérida de Venezuela, siendo un
lugar de mucha afluencia merideña tanto de día como de noche, debido a que por
esa zona pasa el veloz trolebús gocho, y también se usa como parada de
autobuses del transporte público.
El bonito mirador Domingo Peña, que
se encuentra ubicado en un sector merideño llamado Paseo
En el mencionado mirador Domingo Peña
y por un lapso de casi cinco años, una hermosa placa conmemorativa se encontraba
adherida al pedestal patriótico, ubicado dentro de la infraestructura del
mirador de la capital merideña.
La hermosa placa conmemorativa, que
brillaba con la luz del fuerte sol merideño en el mirador Domingo Peña, fue
instaurada el 31 de octubre del año 2017 por
“Vosotros sois la luz del Mundo, una
ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”
Si bien la placa conmemorativa puesta
en el mirador Domingo Peña, reflejaba con buena base bíblica el carácter
cristiano del pueblo merideño, y aunque la placa cristiana supo juntar
exitosamente el valor del cristianismo y el valor del patriotismo para la
sociedad merideña, pues lamentablemente, la bella placa cristiana siempre fue
menospreciada y olvidada por el pueblo supuestamente “cristiano” de Mérida, que
jamás se detuvo a leer el contenido de la placa, que jamás recordó su
inspirador pasaje bíblico, y que convirtió a la placa cristiana en un simple
adorno del mirador, totalmente inadvertido, impopular y aburrido.
Pero tras caminar por el mirador
Domingo Peña en marzo del 2021, yo pude observar unas gigantescas piezas “arquitectónicas”
de brillantes colores, que fueron puestas alrededor del pedestal donde se
encontraba la placa conmemorativa cristiana, y que por desgracia, las piezas obstaculizaron
casi por completo el contenido escrito y grabado en la placa cristiana,
impidiendo que los merideños pudieran leer la cita bíblica de Mateo 5:14
grabada sobre la placa, y evidenciando claramente la apostasía cometida en el
estado Mérida.
Tras presenciar la apostasía
cristiana, de inmediato yo fui hasta la casilla de atención ciudadana ubicada
frente a la pieza arquitectónica anticristiana, y les pregunté a los encargados
de atender amistosamente al público, si las piezas fueron puestas por la
alcaldía o por la gobernación, pero los encargados me dijeron que la pieza
anticristiana, había sido puesta por el “protector de Mérida”.
Yo les pregunté a los encargados de
la casilla de atención ciudadana, si cuando hablaban del “protector de Mérida”
se referían al alcalde o al gobernador, pero los encargados insistieron en
decirme que las piezas anticristianas no fueron colocadas ni por el alcalde ni
por el gobernador, sino por el protector de Mérida.
Los encargados de la casilla de
atención ciudadana, me dijeron que el protector de Mérida era un político del
gobierno revolucionario, por lo que yo asumí que la pieza anticristiana, entonces
fue puesta por el socialismo del siglo XXI.
Yo pensaba que el protector de Mérida
era Nuestro Señor Jesucristo, o
La politiquería merideña demostró su
apostasía, su ateísmo y su transculturación, cuando decidió bloquear el mensaje
cristiano de la bíblica placa colocada en el mirador Domingo Peña, y también el
socialismo merideño demostró su apostasía, cuando decidió asentar sobre el
pedestal patriótico del mirador, unas gigantescas letras de colores que bien
juntadas, forman la tonta y mundana frase “Yo amo Mérida”.
La palabra “amo” fue sustituida por
un gigantesco corazón rojo, imitando a la famosa frase que dice “Yo amo Nueva
York”, lo cual nos demuestra como el socialismo merideño cayó en la
transculturación que tanto destruye a la colectividad venezolana, e incluso, el
corrupto socialismo merideño vició a la cultura cristiana merideña, y solo para
ganar más votos de la muchedumbre gocha en las elecciones de cualquier mundano domingo
electoral, el socialismo merideño cometió una trágica apostasía en el mirador
Domingo Peña.
Es tan absurdo como muy lamentable,
que el socialismo venezolano en el estado Mérida, apoye la transculturación del
pueblo merideño, incentivando el uso de las expresiones artísticas que
glorifican a la moda mundana del Imperio yanqui, y que destruyen el carácter
soberano y bolivariano de la revolución venezolana.
Pero queridos hermanos lectores,
nosotros debemos preguntarnos cuál fue la respuesta del pueblo merideño, tras
ver que bloquearon la placa cristiana con el mensaje cristiano, solo para poner
una pieza mundana con un mensaje mundano.
¿Acaso los merideños se indignaron y
protestaron, porque el socialismo merideño censuró el mensaje cristiano de la
placa cristiana?
¿Acaso los merideños quemaron el
maldito corazón de la maldita pieza arquitectónica yanqui?
¿Acaso los merideños están
recolectando firmas en las calles, para exigirle al gobierno que respete a la
santísima Palabra de Dios?
¿Acaso los merideños repudiaron la trágica
apostasía cristiana cometida en el Mirador Domingo Peña?
No, los merideños y las merideñas no
repudiaron la trágica apostasía cristiana, cometida por el socialismo en el
Mirador Domingo Peña del municipio Libertador.
Por el contrario, los merideños y las
merideñas están encantados y encantadas por la belleza arquitectónica de la
famosa frase “Yo amo Mérida”, y tan solo durante los quince minutos que estuve de
pie en el Mirador Domingo Peña, pues más de 20 compatriotas merideños posaron como
estrellas hollywoodenses, se besaron como sucios animales callejeros, y se
tomaron muchísimas fotografías frente al famoso y rojizo corazón de la
transculturación merideña, lo cual nos demuestra que el socialismo merideño
conoce muy bien el pan y el circo gocho.
Miles de merideños están concurriendo
masivamente al mirador Domingo Peña, para que sus rostros sean fotografiados
frente al gigantesco corazón arquitectónico que enaltece a la frase “Yo amo
Mérida”, y esos miles de merideños también están compartiendo el fotográfico
veneno de la transculturación en todas las redes sociales extranjeras, donde la
misma foto, la misma sonrisa, la misma pose, la misma estupidez, y la misma
miseria espiritual se comparte en Facebook, en Instagram, en WhatsApp, en
Youtube y en Twitter.
Cuando estaba puesta únicamente la
placa cristiana en el mirador Domingo Peña, nadie se tomaba ninguna foto frente
a la placa de Dios, nadie leía las palabras bíblicas que dijo Jesús en Mateo
5:14 y nadie compartía el mensaje cristiano en las redes sociales, pero ahora
que el socialismo merideño puso una gigantesca pieza arquitectónica con la mundana
frase “Yo amo Mérida”, pues ahora todos los merideños jóvenes y adultos hacen
colas frente al famoso corazón antipatriótico, y hasta tienen que ser pacientes
y esperar un rato, mientras cada gochito lleno de transculturación en su
cerebro, se toma su tiempo para lucir muy sonriente y chévere, en frente del
altar del mundanismo merideño.
Lo mundano es popular, unas
gigantescas piezas de colores que de inmediato llaman la atención de la
gentuza, un gigantesco corazón rojo que simboliza el tonto amor de la
imaginación ciudadana, y muchísimos teléfonos celulares usados como cámaras
fotográficas que retratan la egolatría del capitalismo.
Lo cristiano es impopular, una
pequeña placa que obliga a leer y a razonar el contenido de lo que se lee, una
cita bíblica que nadie comprende porque nadie lee
Lo más chocante del pan y circo
merideño, es que entre los orificios de las piezas arquitectónicas montadas en
el mirador Domingo Peña, todavía se pueden distinguir algunas letras del
mensaje cristiano de la placa instaurada por
De hecho, sobre el pedestal del
mirador Domingo Peña, donde el socialismo merideño puso las gigantescas letras
“Yo amo Mérida”, hay afiladitas astas en las cuales se pudieran izar los
símbolos patrios regionales y nacionales, pero durante mi permanencia por cinco
años en Mérida, yo jamás he visto izadas ni la bandera nacional venezolana ni la
bandera regional merideña en el mirador Domingo Peña, lo cual también demuestra
la indiferencia patriótica de los gobiernos merideños que van y vienen sin la
sangre bolivariana en sus venas, y que probablemente tampoco saben quién fue el
renombrado Domingo Peña.
Si el socialismo merideño hubiera
sido un poquito cristiano, podía haber colocado todas las coloridas piezas en
el mirador, sin bloquear el contenido bíblico de la placa, e incluso, podía
haber colocado una cruz de madera sobre la pieza del corazón, lo cual hubiera
permitido la sana coexistencia del contenido mundano y del contenido cristiano
en el mirador Domingo Peña, pero por desgracia, el socialismo merideño fue
mundanamente egoísta y expulsó a Jesús del mirador.
Mérida está reflejando la luz de las
cosas del Mundo, pero Mérida no está reflejando la luz de Jesús en el Mundo.
Mérida no está asentada sobre un monte
cristiano, porque Mérida está asentada bajo un monte mundano.
Mérida no puede esconder su salvaje
transculturación, porque Mérida anhela vivir en Nueva York.
Hermanos venezolanos, la
transculturación en Mérida es sencillamente brutal, y quienes más están sufriendo
el cáncer, son las abuelitas y abuelitos andinos, que no fueron educados para
vivir sin educación cristiana, y que cuando intentan desesperadamente recuperar
la fe rezando el Padre Nuestro, siempre pasan una y otra vez las violentas
motocicletas por las calles de la parroquia El Sagrario, que con sus infernales
ruidos callejeros te matan el credo, te matan la fe, te van matando lentamente
el deseo andino de seguir vivo en un frío infierno gocho.
La transculturación es la
consecuencia del desarraigo cultural de una ciudad, que tras perder su sentido
de pertenencia y tras olvidar su propia idiosincrasia, termina aceptando los
modos de vida foráneos que sustituyen a los modos de vida nativos, siendo
difícil recuperar el legado cultural perdido por su gente.
Los jóvenes merideños venezolanos no
saben qué es la minerva. Aunque sus abuelos siempre hablaban de la minerva,
esos ancianos y ancianas ya murieron, y por desgracia, las nuevas generaciones
de merideños desconocen el gran significado de la minerva, por lo que la puerta
está abierta para la llegada de más transculturación, y debemos entender que cuando
hablamos de la minerva, no nos referimos ni a la gocha ramera de
La población merideña se olvidó y no
recuerda que el jueves, es el día de la exposición del santísimo sacramento en
la iglesia, porque la población merideña solo recuerda que el jueves, es el día
de la feria de verduras en el supermercado Garzón, lo cual nos demuestra la
pérdida de valores cristianos por parte del pueblo merideño, y seguro que la
señora minerva hará su cola de tres horas en Garzón, para comprar barato el
repollo gocho, la papa gocha y el tomate gocho.
Con dólares y con dolores de cabeza,
los merideños se olvidaron de Cristo, por lo que nos preguntamos:
¿Qué hacemos con la infernal
transculturación del estado venezolano Mérida?
¿Será que la toleramos, la vomitamos
o la escribimos?
¿Quién nos explicará el significado holístico
de la minerva?
El supuesto protector de Mérida,
realmente desprotegió al pueblo merideño, cuando decidió bloquear el mensaje
cristiano de la placa cristiana en el mirador Domingo Peña, por lo que el
protector de Mérida alejó a los merideños del amor de Dios, y no creemos que
Dios perdone a los apóstatas, que alejan a las ovejas del santo redil
cristiano, y que alejan a las ovejas del sagrado rebaño de Cristo.
Mis queridos hermanos merideños, no
debemos despertar la ira de Dios haciendo cosas malas, que despertarán el poder
de su justicia en Mérida, porque hay terremotos que ocurren por causas
naturales de
Yo sigo denunciando toda la
transculturación que está envenenando al estado venezolano Mérida, y que está
matando a la fe cristiana de miles de compatriotas andinos, pero mientras en
“Yo amo Mérida” es una pieza
arquitectónica que vulnera a la idiosincrasia andina venezolana, y que arremete
en contra de la soberanía de la cultura merideña, porque aunque los turistas se
irán de Mérida sin saber qué significa Mukumbarí, esos turistas sí se irán de
Mérida con su neoyorquina fotografía en frente del rojizo corazón, que les hará
recordar la frase “Yo amo Nueva York”.
Antes de despedirme, yo quiero
aclarar que soy cristiano laico, no pertenezco a ninguna iglesia cristiana
venezolana, yo no meto las manos en el fuego ni por Lutero ni por Lucifer, pero
de verdad que fue muy indignante apreciar la apostasía, que cometió el
socialismo merideño en contra del cristianismo.
Yo escribí el presente artículo durante
el tiempo cuaresmal del año 2021, lo cual me genera mayor indignación por la
trágica apostasía de la gente merideña.
Oremos mis hermanos, para que los
corazones venezolanos que disfrutan las frivolidades de las tendencias gringas,
no se sigan robando la fe del buen corazón cristiano merideño, que hoy más que
nunca debe reconciliarse con el agua viva.
Si deseas visualizar las imágenes que
claramente demuestran la transculturación, que viene sufriendo el estado andino
venezolano Mérida, pues te invito a revisar las fotografías y el video que yo
comparto en el siguiente hipervínculo:
https://merida2020.blogspot.com/
En las imágenes que compartí en el hipervínculo, hay una fotografía que considero histórica para nuestro país, y que fue tomada el 12 de octubre del 2020 en el mirador Domingo Peña, donde vemos a tres hermanos orando por Venezuela, con la bandera nacional extendida y sostenida por los tres compatriotas, en frente de la placa conmemorativa cristiana, por lo que si observan esa imagen patriótica y luego observan la ridiculez del corazón de amor mundano que bloqueó a la placa, seguro que ustedes entenderán la terrible transculturación que sufre el estado Mérida, y que nadie quiere reconocer.
Gracias a todos por leer el artículo.
carlosfermin123@hotmail.com
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ReplyDeleteHola excelente su apreciación y su detalle en cuanto a esa transculturación en esa linda ciudad de ese importante estado turístico. Lo triste es que así van todas las ciudades con letras grandotas que atraen visualmente y calan en las nuevas maneras de socializar, lo grave es que en su ciudad está el I + (corazon) más gringo que nada y tapando la placa con mensaje cristiano que allí estaba escrita. Un premio merece tan buen artículo, Colega se ve que trabaja por la comunidad. DIOS LO BENDIGA.